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El consultor de finanzas personales


Image by Kelly Sikkema

La presión física y emocional tienen consecuencias en el rendimiento profesional de las personas, la primera es el resultado de cargas de trabajo inapropiadas y generalmente asociadas a un descanso pobre. La segunda está relacionada con la presión emocional que recibe una persona, la cual puede generar intranquilidad, estrés y otras consecuencias en el plano emocional y físico. La presión emocional puede surgir por una situación laboral, en un entorno tóxico, una relación de pareja o familiar compleja, incluyendo factores externos que reducen la capacidad productiva. En este último grupo, la presión financiera ocupa el primer lugar respecto a la presión ejercida por terceros, la cual incluye entre otros elementos, angustia por deudas imposibles de pagar, acoso emocional por instituciones financieras o casas de cobranza etcétera. En este artículo se discutirán los factores que generan presión financiera y cómo puede manejarse esta con estrategias adecuadas que permitan manejar una salud mental y emocional para mantener un entorno productivo y unas relaciones equilibradas.

La esclavitud financiera es un término relacionado con la incapacidad de cubrir los compromisos financieros, especialmente cuando la capacidad de pago no cubre el compromiso de las obligaciones dentro de la periodicidad pactada. La esclavitud financiera es un problema generalizado y se asocia en una de las mayores causas de divorcio, indica Rolando de Paz Barrientos. Cuando una persona recibe llamadas constantes solicitando cubrir sus compromisos financieros, se genera un estado de estrés constante que causa un detrimento de la salud emocional. Las presiones internas asociadas a la esclavitud financiera, se asocian con la ansiedad frente a los acreedores, la incapacidad de mantener un mínimo vital para el mantenimiento personal y familiar, inclusive los sentimientos de culpa asociados con la situación que enfrenta el deudor.

Existen prácticas generalizadas que permiten manejar una estabilidad financiera, estas incluyen el ahorro programado y continuo, evitar compromisos de pago mayores a un porcentaje de los ingresos y restringir las compras innecesarias. Una persona que no está agobiada por las deudas puede indicar estas prácticas como la solución a un problema complejo, como su nombre lo indica, la solución no es única y fácilmente se pueden sugerir caminos genéricos que posiblemente no conducirían a una solución acertada.

Una situación financiera compleja debe abordarse con el acompañamiento de un asesor especializado en el campo, en este caso se llama consultor de finanzas personales, es el equivalente de un consultor financiero pero relacionado con los ingresos y egresos de las personas. Esta práctica también se denomina coaching financiero, un rol especializado en analizar el contexto financiero de las personas para generar sugerencias no sesgadas frente a las decisiones que debe tomar para cambiar el ciclo relacionado con deudas impagables.

Aunque en este contexto se propone un consultor de finanzas personales para generar alternativas conjuntas frente a un problema en particular, su rol es más extenso, cubriendo planificación de gastos y en algunos casos cubren el rol de un asesor financiero aunque esta no sea su actividad principal. El consultor de finanzas personales no maneja el dinero de las personas que asesora, por el contrario, es un trabajo de consultoría donde la exploración de la situación genera un contexto de la situación que permite apoyar decisiones para cada persona y situación asociada. Cada propuesta es diferente y se recomienda no repetir las acciones que resultaron para una persona, aunque pueden presentarse similitudes, las condiciones personales y financieras son únicas.

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